¿POR QUÉ A MÍ?

     En algún momento de nuestra vida, ha dicho “presente” de imprevisto algún inconveniente laboral, un bajón espiritual, una aflicción por enfermedad o dolencia, un problema con los hijos o algún familiar, o la angustia ante la dificultad por no poder cubrir alguna necesidad básica del día a día.

     Entre las expresiones más elocuentes que he escuchado en similares eventos como los anteriormente descritos, hay dos de ellas que me han quedado grabadas, y son: *“Esto solo le pasa al Pato Lucas y a mí”* y la otra:*“Pasa en TNT, pasa en mi vida”*.

     Queridos hermanos y amigos, hoy en Reflexiones en Familia, compartiremos una hermosa palabra del Libro de Eclesiastés, capítulo 7, versos 13 al 15, que en la versión Reina Valera Contemporánea, dice: *»¹³Mira y admira las obras de Dios: ¿quién podría enderezar lo que él ha torcido? ¹⁴Cuando te llegue un buen día, disfruta de él; y cuando te llegue un mal día, piensa que Dios es el autor de uno y de otro, y que los mortales nunca sabremos lo que vendrá después. ¹⁵Todo esto lo he visto durante mi vana vida: Hay gente honrada que muere por ser honrada, y hay gente malvada que por su maldad alarga su vida».*

    Amados, esta porción de la palabra hace referencia en primer lugar a las obras de Dios, que no son las obras de la creación, sino las obras del gobierno por el cual con gran sabiduría e infinito amor, nuestro Dios cuida, dirige y controla todas las cosas, o sea, las obras del señorío que Dios tiene sobre todo el universo, incluso sobre sus criaturas y lo que ellas hacen; en otras palabras, son las obras de la providencia de Dios. Igualmente, debemos tener presente que nada de lo que sucede, por más torcido o difícil que sea, está fuera del control de Dios; nada sucede por el azar y la suerte, ya seas el Pato Lucas o que pase en TNT.

*¡Nada está fuera del alcance del gobierno de Dios!*

     Más adelante, el escritor nos exhorta a que en el día bueno nos gocemos por ese día, y en el día cuando venga alguna adversidad a nuestra vida, aceptemos también con gozo que esa es su voluntad; que entendamos que Dios puede usar una adversidad para corregir y controlar algo que estemos haciendo mal, y ante lo cual muchos de nosotros pudiéramos andar en busca de una explicación para esos días malos; pero ninguno buscando una explicación para los días buenos.

*¡Nadie se queja cuando la cosa está buena!*

     Hermanos y amigos, de seguro que a alguno de nosotros nos cuesta creer que Dios es el creador de un infortunio, que Dios es el autor de un día malo, que Dios es el hacedor de una adversidad; pero el Libro de Isaías, capítulo 45, versículo 7, nos dice: *“Yo soy el que ha creado la luz y las tinieblas; yo soy el que hace la paz y crea la adversidad. Yo, el Señor, soy el que hace todo esto”*.

     En el mismo verso 14, el predicador dice: *“Y que los mortales nunca sabremos lo que vendrá después”*. Allí se deja claro que Dios quiere que el hombre no halle nada después de Él, que en cualquier circunstancia reconozcamos su señorío y aprendamos a depender de Él.

     Mis queridos amigos y hermanos, el versículo 15 es una analogía sobre nuestra disposición ante lo ininteligible de la justicia divina, ya que en diversas ocasiones nos descomponemos al ver a personas honradas que padecen, mientras que otras que al parecer son malvadas, progresan; pero, la Sagrada Palabra nos enseña que no debemos sacar cuentas por nosotros mismos, porque sólo Dios sopesa las intenciones y conoce los corazones.

*¡Confía en Dios y su justicia, Él sabe ubicar todo en su lugar!*

     Finalmente, debemos aceptar que hay cosas que no podemos cambiar; debemos confiar en que Dios tiene un propósito para nosotros. Debemos entender que es en su perfecto tiempo y bajo el poder de su voluntad que suceden las cosas, y también debemos saber que aunque la vida a veces pueda parecernos dura y torcida, siempre vamos a contar con su amor infinito que nos sostiene.

¿Quién puede decir que algo sucede sin que el Señor lo ordene? ¿Acaso lo malo y lo bueno no proviene de la boca del Altísimo? Lamentaciones 3:37-38*

 ¡Bendiciones infinitas para todos!