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APUNTES SOBRE LA EGREGIA FIGURA DE DON ANDRÉS BELLO,  PARA CELEBRAR EL DIA DEL ESCRITOR 

El 29 de noviembre se celebra en Venezuela el Día Nacional del Escritor, en conmemoración del natalicio (29/11/1781) de don Andrés de Jesús María y
José Bello, considerado por su dedicación a los estudios filosóficos y gramaticales, además de fino poeta, profundo ensayista y pensador, como Guerrero de la Palabra, Prócer de la Poesía, Maestro de América y Libertador
de las Letras Americanas.
Uno de los más insignes personajes ligados al arte de escribir y, a la creación
de conciencia sobre el cuidado en el uso o buen uso del lenguaje que ha concebido nuestra América, es sin lugar a dudas Andrés Bello, quien nació en Caracas y, luego de mostrar sus dotes intelectuales en la Sultana del Ávila, donde ejerció el magisterio desde muy temprano, pues, es conocido que aun
siendo casi contemporáneos, fue instructor de primeras letras del niño Simón Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, se fue por el mundo, en pos de su merecida universalidad.
Este caraqueño excepcional, se hizo célebre por sus ideas, escritos y por la fecunda e intensa actividad intelectual, desarrollada desde que era apenas un infante, y, a lo largo de toda su vida. Algunos historiadores resaltan tres
grandes etapas en la trayectoria de Andrés Bello: la de Caracas, 1781 a 1810; la de Londres, 1810, 1829, y la de Chile, de 1829 a 1856, etapas en las cuales éste dejó marcadas profundas huellas de su talento.
Como muestra de sus capacidades, creó leyes, fundó periódicos, revistas y escribió libros importantísimos como; Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida, hermoso poema de fama universal, inspirado en los bucólicos paisajes
caraqueños de la época y La Gramática de la Lengua Castellana, obra filosófica y filológica que modernizó y actualizó el idioma de los pueblos americanos.
En el discurso inaugural de la Universidad de Chile en 1843, expresó: “Yo no encuentro el arte en los preceptos estériles de la escuela, en las inexorables
unidades, en la muralla de bronce entre los diferentes estilos y géneros, en las cadenas con que se ha querido aprisionar al poeta a nombre de Aristóteles y
Horacio, y atribuyéndoles, a veces lo que jamás pensaron.
Pero creo que hay un arte fundado en las relaciones impalpables, etéreas, de la belleza ideal; relaciones delicadas, pero accesibles a la mirada de lince del
genio competentemente preparado, creo que hay un arte que guía a la
imaginación en sus más fogosos transportes, creo que sin ese arte la fantasía en vez de encarnar en sus obras el tipo de lo bello, aborta esfinges, creaciones enigmáticas y monstruosas. Esta es mi literaria”.
Por tales razones se celebra -lamentablemente cada vez con más timidez- el día del escritor venezolano, como reconocimiento en su onomástico. Y, decimos que, cada vez con más timidez, porque cada vez son menos las
personas que saben de la existencia del personaje y, menos de la importancia de la fecha en cuestión, amén de ser Andrés Bello, uno de los más preclaros
humanistas del Continente.
Esta es una falencia que enfrentamos como sociedad, en la cual estamos involucrados -todos los ciudadanos- pero, sobre todo los que tenemos función
docente, quienes deberíamos a través de la figura de Bello, encumbrar la imagen del maestro y, por supuesto por allí jerarquizar la importancia del escritor en la sociedad. En tanto, es bueno inclusive alertar, aunque
tardíamente, que el sistema educativo actual -parece- que nos está castrando el interés de aprender, es decir, leer con intenciones de adquirir conocimientos, lo cual crea a la vez habito o necesidad de seguir leyendo, para poder fortalecer y aumentar las capacidades de argumentar a la hora de expresarse oralmente o por escrito.
Andrés Bello, fue un defensor de la pureza de la lengua castellana, pero desde una visión totalmente americanista, en tal sentido expresó: “No tengo la pretensión de escribir para los castellanos. Mis lecciones se dirigen a is hermanos, los habitantes de Hispano América”. Y, por allí aseveró: “Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible pureza, como un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes”.
Hace algunos días, leía un artículo de opinión, escrito con relación al día del escritor, firmado por William Amaro, donde expresaba: “Una de las tragedias más grandes que vive la humanidad, es que el hombre perdió el hábito por la lectura. Un buen escritor -y yo diría un buen ciudadano- necesariamente debe
ser un buen lector. Un buen escritor que no dedique tiempo a la lectura, con el tiempo su verbo perderá la fuerza que el lector busca en sus reflexiones. Leer es una de las expresiones más genuinas y enriquecedoras de nuestra condición humana. Es instrumento básico para el desarrollo personal y colectivo, por lo cual el escritor debe ser un ávido lector”.
Igualmente, sigue diciendo Amaro: “Alguien se preguntó una vez ¿Dónde perdimos el hábito de leer? Quizás en el mismo lugar donde aprendimos a leer. En las aulas de clases. Por cuanto se nos dio a entender que los libros se
hicieron únicamente para estudiar, cursar y aprobar materias y así obtener un título que nos facilite encontrar un trabajo. Dice Harold Bloom: “Lo triste de la lectura que se realiza por motivos profesionales, es que sólo raras veces revive en uno el placer de leer que sintió en la juventud”.
Alberto Mantel dijo: “Todos no nos leemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea con la intención de violentar lo que somos y donde estamos.
Leemos para comprender o para empezar a comprender”. He ahí la necesidad que ese maravilloso habito de la lectura, comience a cultivarse con el ejemplo
en el hogar y, con el ejercicio diario y permanente en la escuela, desde el entendido que es allí, donde debe comenzar a formarse ese espíritu humanista necesario para las mejores acciones. Pues, definitivamente la pluma prolija de
cualquier pensador o escritor se fundamentará siempre en el hábito de leer.
Sobre todo, leer consciente, pues de esta manera estamos sentando las bases para una mejor sociedad.
Finalmente, consideramos que, en aras de hacer nuestro aporte en ese sentido, cada uno de nosotros está comprometido a incentivar, desde cualquier posición, el cultivo humano que casi siempre nos viene a través de la conciencia adquirida a partir de la lectura. Pero, para abastecer la necesidad de tal ejercicio, requerimos escritores. He aquí otro punto interesante y, es que,desde siempre los escritores, como hombres libres o libres pensadores, hemos sido considerados peligrosos y, por ende, tanto instituciones como la sociedad misma, nos quieren, pero muertos (por eso se nos celebran los centenarios) o lejos. En todo caso, lo que importa es que hagamos nuestro trabajo, siempre apegados a nuestros códigos de ética, justicia y lealtad a nuestra lengua, pues, de esta manera estaría feliz en su tumba, el maestro Andrés Bello, sabiendo
que no aró en el mar, como si le sucedió al Libertador Simón Bolívar, unos de sus discípulos más esclarecidos.
*Poeta. Escritor. Maestro Honorario del Centro Nacional de Historia y UNEARTE, Venezuela. Miembro de Número de la Academia de Historia Ramón Nonato Pérez, Trinidad
Casanare Colombia y Miembro Correspondiente de la Academia de Historia Antonio Nariño, Bogotá Colombia. Cronista de Boconoíto.

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