ESPECIAL/ El ADN de 13 individuos encontrados en dos cuevas de Siberia confirma que hace unos 54.000 años los neandertales vivían en grupos muy pequeños y lastrados por la endogamia.
Antonio Rosas, paleoantropólogo del CSIC, resalta que esas conclusiones son muy parecidas a las que adelantó su equipo en 2011. En este caso analizaron solo el genoma mitocondrial de seis adultos, tres adolescentes, dos niños y un bebé neandertales que murieron devorados por otros homínidos de su especie y cuyos restos se hallaron en la cueva asturiana de El Sidrón.
El ADN mostraba que estaban emparentados por vía materna, pero el grado de resolución impedía decir cuánto. Sí que mostraba que se trataba de grupos pequeños y muy aislados en los que las hembras eran las que abandonaban su clan de origen. “Esta es una práctica muy común entre muchos grupos de Homo sapiens y también en otros primates para mantener la variabilidad genética”, detalla Rosas.
A pesar de esta estrategia, la familia neandertal de Chagyrskaya ya parecía condenada a desaparecer en unas generaciones. Los investigadores han estudiado la variabilidad genética entre todos los individuos y el nivel de secuencias idénticas es tan elevado como entre los gorilas de montaña actuales, una de las especies más amenazadas del planeta.
Los resultados también indican que estos neandertales eran del linaje que dominaba en Europa occidental y que no tenían rastro de haberse cruzado con sus vecinos asiáticos denisovanos, a pesar de vivir a apenas a 100 kilómetros de distancia. Estos datos apoyan que el aislamiento y la consanguinidad contribuyeron a la extinción de estos homínidos.
La gran pregunta es si los Homo sapiens de aquella época eran distintos que sus primos neandertales, tanto genética como socialmente. Es difícil saberlo, pues no hay apenas fósiles sapiens de esta época y no se ha podido recuperar ADN para obtener un retrato genético familiar. “Es evidente que algo distinto debían tener, tal vez una estrategia diferente para tender lazos entre grupos o que fueran clanes con más miembros”, aventura Carles Lalueza-Fox, genetista del CSIC. (Fuente EL PAÍS)